domingo, 7 de junio de 2009

Peronismo

María Eva Duarte de Perón (Junín o Los Toldos, Provincia de Buenos Aires, Argentina; 7 de mayo de 1919 - Buenos Aires; 26 de julio de 1952), conocida como Evita, fue una actriz y política argentina.

Como primera dama, promovió el reconocimiento de los derechos de los trabajadores y de la mujer, entre ellos el sufragio femenino y realizó una amplia obra social desde la Fundación Eva Perón.



En la etapa comprendida entre 1943 y 1946 –iniciada por el golpe militar del 4 de junio– se produjeronimportantes cambios en la situación política y social de nuestro país. En esos años se fueron acentuando las diferencias ideológicas y los enfrentamientos dentro de las Fuerzas Armadas.

Durante la presidencia del general Farell se fue consolidando dentro del gobierno un sector nacionalista del Ejército, liderado por el coronel Juan Domingo Perón. Este sector planteaba la necesidad de un desarrollo industrial independiente y la plena incorporación de los trabajadores en el sistema político.

Perón representaba a una línea más flexible y de mayor apertura ante los problemas sociales. La nueva Secretaría de Trabajo y Previsión –creada por iniciativa del coronel Perón– produjo cambios fundamentales respecto de los gobiernos anteriores, tendientes a establecer una relación más fluida con el movimiento abrero. Para lograr tal objetivo se sancionaron una serie de reformas en la legislación laboral. Las principales medidas fueron:

-El Estatuto del Peón, que estableció un salario mínimo y procuró mejorar las condiciones de alimentación, vivienda y trabajo de los trabajadores rurales.
-El establecimiento del seguro social y la jubilación que benefició a 2 millones de personas.
-La creación de Tribunales de Trabajo, cuyas sentencias, en líneas generales, resultaron favorables a las demandas obreras.
-La fijación de mejoras salariales y el establecimiento del aguinaldo para todos los trabajadores.
-El reconocimiento de la asociaciones profesionales, con lo cual el sindicalismo obtuvo una mejora sustancial de su posición en el plano jurídico.


Las reformas continuaron en 1944. Estas reformas impulsadas por Perón trajeron como consecuencia un acercamiento político entre el Estado y el movimiento obrero. El apoyo a estos cambios provino de diferentes sectores del sindicalismo. Una gran parte de los viejos obreros –nucleados en los gremios conducidos por los sindicalistas revolucionarios y socialistas– y la casi totalidad de los nuevos obreros –sin una alineación política definida– se pronunciaron a favor de la nueva política social. Esto fue el inicio de la formación de un bloque social y político constituído por una gran parte de los trabajadores y sus organizaciones sindicales y un sector nacionalista del ejército.

Al mismo tiempo que se iba constituyendo esta alianza, también crecía el descontento y la oposición de los terratenientes y de los grandes empresarios a la política social de Perón.
Los sectores aligárquicos que se beneficiaban del modelo agrario exportador comenzaban a agrupar sus fuerzas para resistir la política de reformas sociales. También se convertiría en el germen de otro bloque social y político, que agrupó a los terratenientes, grandes empresarios y a los sectores medios.


Ante la profundización del enfrentamiento social entre las organizaciones obreras y empresariales, se aceleró el acercamiento político entre Perón y el sindicalismo. Además, Perón iba ganando coda vez más poder dentro del gobierno, llegando a ejercer simultaneamente la Secretaría de Trabajo, el Ministerio de Guerra y la Vicepresidencia.



Evita alcanzó una gran popularidad y se convirtió todavía en vida en el centro de un vasto culto personalizado. Cuadros y bustos de Eva Perón fueron colocados en prácticamente todos los edificios públicos y se usó su nombre y hasta su fecha de nacimiento para designar establecimientos públicos, estaciones de ferrocarril y subterráneo, ciudades, etc., incluyendo el cambio de denominación a Eva Perón de la provincia de La Pampa y de la ciudad de La Plata. La veneración de la que era objeto entre las clases populares de la sociedad argentina, molestaba a la Iglesia Católica, al popularizarse gran cantidad de estampas que la representaban de modo similar al que se representa a la virgen María.

Su autobiografía La razón de mi vida fue establecida como libro de lectura en las escuelas primarias y secundarias. A partir de su muerte todas las estaciones de radio del país entraban en cadena nacional y el locutor anunciaba que eran las "Veinte y veinticinco, hora en que Eva Perón entró en la Inmortalidad" antes de comenzar la lectura del noticiero oficial.
A pesar de su dominio y poder político, Evita fue siempre cuidadosa de no poner en riesgo el importante rol simbólico de su marido. Aunque se mantuvo a cargo de la agenda del presidente, procuró siempre justificar sus acciones diciendo que fueron "inspiradas" por la sabiduría y pasión de Perón.


Idolatrada por sus seguidores de la clase trabajadora, simultáneamente era ferozmente odiada por la clase alta argentina. Una muestra de este odio fue la leyenda "¡Viva el cáncer!" que se pintó en paredes de los barrios de clase alta en los días finales de su vida.Por otra parte, la nota necrológica escrita por el dirigente del Partido Socialista, opositor al gobierno, en el periódico Nuevas Bases, órgano oficial del partido expresó:

La vida de la mujer hoy desaparecida constituye, a nuestro juicio, un ejemplo poco común en la historia. No son raros los casos de hombres de gobierno o políticos de nota que han contado para su acción pública la colaboración, abierta o disimulada, de sus esposas, pero en nuestro caso toda la obra de nuestro primer mandatario está tan impregnada del pensamiento y de la acción personalísima de su esposa, que resulta imposible separar netamente lo que corresponde al uno y lo que pertenece a la otra. Y lo que da carácter notable y propio al empeño de colaboración de la esposa, fue el abandono que hizo de sí misma, de sus bienes y de su salud; su decidida vocación para el esfuerzo y el peligro, y su fervor casi fanático por la causa peronista, que infundió, a veces, a sus prédicas, dramáticos acentos de lucha cruenta y de despiadado exterminio


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