Tras las protestas y las llamadas del Gobierno pidiendo su disolución, se produjo en el seno del Partido Comunista una división de criterio acerca de cómo responder a los manifestantes. La decisión tomada fue suprimir las protestas por la fuerza, en lugar de acceder a sus reivindicaciones.
El 20 de mayo, el Gobierno declaró la ley marcial y en la noche del 3 de junio, envió los tanques y la infantería del ejército a la plaza de Tian'anmen para disolver la protesta. Las estimaciones de las muertes civiles varían: 400-800 (CIA), 2600 (según fuentes no identificadas de la Cruz Roja China). El número de heridos se estima entre 7.000 y 10.000. Tras la violencia, el Gobierno emprendió un gran número de arrestos para suprimir a los instigadores del movimiento, expulsó a la prensa extranjera y controló estrictamente la cobertura de los acontecimientos en la prensa china. La cruel represión de la protesta de la plaza de Tian'anmen causó la condena internacional de la actuación del gobierno de la República Popular China.
En uno de los últimos días de estas protestas fue tomada la foto ganadora del World Press Photo de 1989, en la cual se muestra a un joven opositor parado en medio de una avenida deteniendo a una columna de tanques que circulaba por ésta.
El 4 de mayo, aproximadamente 100.000 estudiantes y obreros marcharon en Pekín pidiendo reformas para a la libertad de expresión y un diálogo formal entre las autoridades y los representantes de los estudiantes. El Gobierno rechazó la propuesta de diálogo tal como se les presentaba, mostrándose en cambio dispuesto a hablar con las organizaciones estudiantiles oficiales. El 13 de mayo grandes grupos de estudiantes ocuparon la plaza de Tian'anmen y emprendieron una huelga de hambre, pidiendo al Gobierno la retirada de la acusación realizada en el editorial del Diario del Pueblo y que comenzaran las conversaciones con los representantes elegidos por los estudiantes. Cientos de estudiantes siguieron la huelga de hambre y recibieron el apoyo de otros miles de estudiantes y residentes de Pekín, que continuaron las protestas durante toda la semana.
Las protestas y las huelgas empezaron en muchas universidades de otras ciudades, desde donde viajaron muchos estudiantes a Pekín para unirse a las manifestaciones. Generalmente, las manifestaciones en la Plaza de Tian'anmen mantenían un cierto orden, con marchas diarias de estudiantes de varias universidades de Pekín mostrando su solidaridad con el boicot a las clases académicas y con el desarrollo de las protestas. Los estudiantes cantaron "La Internacional" en varias manifestaciones y mostraron asimismo su apoyo al socialismo chino ayudando a la policía a arrestar a tres hombres de la provincia de Hunan que habían lanzado tinta sobre un gran retrato de Mao que se encontraba al norte de la plaza de Tian'anmen. Uno de estos hombres, Yu Dongyue, permaneció en prisión hasta el 22 de febrero de 2006.
La estrategia principal de los manifestantes se basó en una huelga de hambre emprendida por un número estimado de entre varios cientos y más de mil estudiantes. Esta huelga alcanzó gran resonancia entre el pueblo chino. Aunque no se observaron huelguistas de aspecto demacrado, una leyenda urbana china, que persiste en la actualidad, dice que algunos de ellos murieron de hambre.
Se hicieron algunos intentos parcialmente satisfactorios para los propósitos de los manifestantes con el objetivo de negociar con los gobernantes de la República Popular China, que estaban cerca, en los edificios centrales del Partido Comunista en Zhongnanhai. A causa de la visita de Mijaíl Gorbachov en mayo, muchos periodistas de medios de comunicación extranjeros se presentaron en China. La cobertura que realizaron de las protestas fue intensiva y generalmente favorable a los manifestantes, pero pesimista acerca de sus posibilidades de lograr sus objetivos. Hacia el final de las protestas, el 30 de mayo, se erigió una estatua a la Diosa de la Democracia en la plaza, esculpida por los estudiantes de Bellas Artes, que constituyó un símbolo visual de la protesta para los televidentes que seguían la cobertura de la prensa en todo el mundo.
El Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China, junto con los ancianos del partido (oficiales del gobierno y del Partido ya retirados pero que aún ejercían influencia política), albergaban, en un principio, la esperanza de que las protestas tendrían una vida corta o que reformas de carácter cosmético satisfarían a los manifestantes. Deseaban evitar la violencia tanto como fuera posible, y confiaron en un principio en el aparato del Partido para persuadir a los estudiantes de abandonar la protesta y volver a sus estudios.
Una barrera a la acción efectiva fue que el propio líder del Gobierno, Zhao Ziyang, apoyaba muchas de las reivindicaciones de los estudiantes, especialmente las concernientes a la corrupción. Sin embargo, los manifestantes estaban compuestos de grupos diversos con reivindicaciones diversas, lo que dificultó estas primeras medidas. Incluso no estaba claro con quién debía negociar el Gobierno, y cuáles eran las peticiones de los diferentes grupos. La confusión y la indecisión entre los manifestantes se tradujeron así en confusión e indecisión del Gobierno. Los medios oficiales también mostraron esta indecisión en el Diario del Pueblo, alternando entre la simpatía con los manifestantes con su denuncia.
En las altas esferas del liderazgo del Partido, el secretario general Zhao Ziyang estaba fuertemente a favor de una aproximación suave a los manifestantes, mientras que Li Peng se mostró partidario del acoso por la fuerza. En última instancia, la decisión de disolver las manifestaciones por la fuerza se tomó por un grupo de ancianos del Partido que veían la posibilidad de abandono del Estado unipartidista como una vuelta al caos de la Revolución Cultural. Aunque muchos no tenían cargo oficial, tenían la capacidad de controlar el ejército, pues Deng Xiaoping era el presidente de la Comisión Militar Central y tenía la capacidad de declarar la ley marcial. Los ancianos del partido creyeron que las protestas duraderas eran una amenaza a la estabilidad del país.
Los manifestantes fueron considerados por el gobierno como una herramienta de los partidarios del "liberalismo burgués", que estarían moviendo las cuerdas en la sombra, y como herramientas de miembros del Partido que buscaban satisfacer sus ambiciones personales.
Aunque el gobierno chino declaró la ley marcial el 20 de mayo, continuaron las manifestaciones. La huelga de hambre se aproximaba al fin de la tercera semana, y el Gobierno decidió acabar con el asunto antes de que se produjeran muertes. Tras una deliberación entre los líderes del Partido Comunista, se ordenó el uso de la fuerza militar para resolver la crisis, y Zhao Ziyang fue despojado del liderazgo político como resultado de su apoyo a los manifestantes. El Partido Comunista decidió detener la situación antes de que fuera más lejos.
Los soldados y tanques de las divisiones 27 y 28 del Ejército Popular de Liberación fueron enviados para tomar control de la ciudad. Aunque el Gobierno ordenó a todos los civiles de Pekín que permanecieran en sus casas mediante emisiones de televisión y megafonía, las advertencias no fueron tenidas en cuenta y muchos manifestantes pacíficos fueron atacados por los soldados; la violencia ejercida tuvo como resultado enormes bajas civiles y algunas muertes de soldado. El gobierno chino atestiguó la muerte de varios cientos de personas
La entrada de las tropas en la ciudad recibió la oposición activa de muchos ciudadanos de Pekín, cuya resistencia causó bajas entre los militares. Los ciudadanos construyeron grandes barricadas en las carreteras que ralentizaron el progreso de los tanques, pero la plaza quedó vacía en la noche del 4 de junio, por decisión de los manifestantes.
El combate continuó en las calles que rodeaban la plaza, con los manifestantes avanzando repetidamente hacia las tropas armadas del Ejército Popular de Liberación, que respondió con fuego automático. Muchos ciudadanos heridos fueron puestos a salvo por conductores de rickshaws que se aventuraron en tierra de nadie entre los soldados y la multitud y llevaron a los heridos a los hospitales.
La eliminación de la protesta se vio simbolizada en los medios de comunicación occidentales por la fotografía de un manifestante solitario, tomada el 5 de junio, de pie frente a una columna de tanques, deteniendo su avance. El hombre continuó de pie desafiante frente a los tanques durante media hora antes de ser expulsado del lugar.
A pesar de los esfuerzos, hasta el día de hoy los medios de comunicación occidentales han sido incapaces de identificar a la figura solitaria.
La Revista Time le eligió como una de las cien personas más influyentes del sigo XX. Poco después del incidente, el diario británico Sunday Express le identificó como Wang Weilin, un estudiante de 19 años de edad; sin embargo, la veracidad de esta identificación es dudosa. Bruce Herschensohn, asistente especial del ex-presidente de los Estados Unidos Richard Nixon y miembro del equipo de Ronald Reagan aseguró que fue ejecutado catorce días después de la revuelta por un pelotón de fusilamiento. Jan Wong escribió que este hombre sigue con vida y se oculta en un área rural de China. William Bell, escritor canadiense, asegura en cambio que se llamaba Wang Aimin y fue ejecutado el 9 de junio.
En la propia plaza hubo un debate entre los que, como Han Dongfang, deseaban retirarse pacíficamente, y los que, como Chai Ling, deseaban permanecer en la plaza pese al riesgo de que hubiera un baño de sangre. Los partidarios de la retirada ganaron, y los manifestantes dejaron la plaza. El gobierno de la República Popular China ha asegurado que no murió nadie en la plaza, un hecho que, de acuerdo con los testimonios de los que estuvieron en la plaza, parece ser técnicamente cierto, pero no habla de las bajas durante la aproximación a la plaza. El número de muertos y heridos sigue siendo un secreto de estado.
Un funcionario no identificado de la Cruz Roja china aseguró que hubo 2.600 muertos, 2.000 ciudadanos heridos y que se perdió contacto con 400 soldados. De acuerdo con las universidades, murieron 23 estudiantes. El Comité Central de Asociaciones Autónomas de la Universidad de Tsinghua habló de 4.000 muertos y 30.000 heridos.
Chen Xitong, el alcalde de Pekín, informó 26 días tras los acontecimientos de que 36 estudiantes y decenas de soldados murieron, ascendiendo hasta un total de 200 muertos, y 3.000 civiles y 6.000 soldados heridos. Los reporteros extranjeros que estaban en Pekín afirmaron que habían muerto al menos 3.000 personas. Se crearon algunas listas de bajas a partir de fuentes clandestinas que hablaban de 5.000 muertos. Sin embargo, es interesante remarcar que los documentos de la NSA desclasificados en 1999 muestran que la inteligencia estadounidense estimó entre 180 y 500 la cantidad de muertos. De esta forma, las estimaciones del gobierno chino concuerdan con la estimación oficial estadounidense.
Por otra parte, antes de que el gobierno de Pekín restableciera el control de las noticias en China por completo, una emisión en inglés desde Pekín afirmó que habían muerto al menos 3.000 estudiantes. Al mismo tiempo, la Cruz Roja china informó de que su cuenta había alcanzado los 2.600 muertos - y seguía incrementándose. Dado que es imposible obtener acceso a información objetiva debido a la ley marcial, todavía no se han resuelto las discrepancias entre las diferentes fuentes.
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