domingo, 7 de junio de 2009

11-M

Madrid, 11 de marzo de 2004, 7.37 horas. Una bomba explota en un cercanías en la estación de Atocha. Apenas un minuto después se producen otras dos explosiones en el mismo tren. El caos y el desconcierto invaden los andenes y escaleras mecánicas de la terminal. Son las 7.38 cuando explotan otras dos bombas en un convoy en la estación de El Pozo y otra en Santa Eugenia. A las 7.39, cuatro explosiones más destrozan otro tren a 500 metros de Atocha.




En apenas tres minutos, 10 bombas reescriben la Historia: Madrid acaba desufrir el mayor atentado terrorista perpetrado jamás en España. 191 muertos y más de 1.500 heridos hacen imposible olvidarlo.La capital y sus habitantes despiertan entre el caos, los gritos y sirenas que retransmiten las emisoras de radio y el horror de las primeras imágenes que dan las páginas de Internet y las cadenas de televisión. Quienes no estaban allí compartían el dolor y la tragedia de los cientos de estudiantes y trabajadores que ese día, en hora punta, como hacían casi a diario, habían tomado uno de esos cuatro trenes de enlace entre el Corredor del Henares y la capital.


Madrid moviliza sus equipos de emergencia; se improvisan hospitales de campaña para atender a víctimas y heridos en plena calle; RENFE suspende el tráfico en todas las líneas con origen o destino a Madrid; también se cortan algunas líneas de Metro; se activa la operación 'jaula'… El centro y los accesos y salidas de la capital están durante horas colapsados.

Los hospitales ponen en marcha el Plan de Emergencia ante catástrofes, mientras la impotencia, la tristeza y la solidaridad emanan de las colas de ciudadanos que acuden masivamente a donar su sangre. El aire se hace irrespirable en el pabellón 6 de Ifema, adonde se van trasladando los cuerpos sin vida de las víctimas para ser identificados por sus familiares. Imposible digerir tanta tragedia.

Faltan sólo tres días de las elecciones generales, y todos los partidos cancelan sus agendas y dan por finalizada la campaña. Por primera vez desde el 23-F, el Rey se dirige a la nación. Lo hace para mostrar su solidaridad con las víctimas y pedir "unidad, firmeza y serenidad" en la lucha contra el terrorismo. Manifestaciones multitudinarias contra el terrorismo se suceden por todos los rincones del país.


Buscando culpables, todas las miradas se dirigen hacia ETA, mientras la banda lo desmiente. Y el Gobierno sigue defendiendo esa teoría cuando las primeras pistas obligan a girar el dedo acusador hacia el terrorismo islamista. La tarde del sábado 13 de marzo, jornada de reflexión electoral, tres ciudadanos marroquíes -entre ellos Jamal Zougam, considerado uno de los autores materiales de los atentados- y dos indios saltan a las portadas de los medios de comunicación. Son los primeros detenidos en relación con la masacre.

Esa misma noche, cientos de españoles se manifiestan en las principales ciudades del país. Acusan al Gobierno de manipulación y exigen transparencia. Apenas 12 horas después, los colegios electorales abren sus puertas. El 14 de marzo, España vota marcada por la tragedia.





No hay comentarios:

Publicar un comentario